S. B.
No se si será verdad, pero los que cuentan los detalles de la caída del presidente Salvador Allende, víctima de un golpe militar repudiable, como todos, refieren que cuando el Presidente chileno se enteró de la magnitud de la conspiración que se fraguaba en contra de su gobierno, sólo decía: “¿Dónde está Augusto?… llamen a Augusto”. Allende reclamaba la presencia de su general de confianza, del que seguramente más adulante se mostró con eél, del que más leal parecía. Pero el camarada Augusto Pinochet nunca apareció, estaba muy ocupado comandando el golpe en su contra.
Seguramente, en privado y frente al Presidente, Pinochet se mostró como el más solícito de los generales y el más dispuesto a sacrificarse por él. Enseñanza maquiaveélica: un gobernante sensato de nadie desconfía más que de aquel que se muestra excesivamente adulante, sospechosamente incondicional. La jalada, cuando es tan pronunciada, siempre oculta algo: el que es más papista que el Papa, tarde o temprano acabará con el Papa.
Quizá la tarea esencial de quien gobierna es leer adecuadamente las claves que la realidad le muestra. Cuenta Kavafis en un poema que, durante el viaje del emperador Nerón a Grecia, consultó al oráculo de Delfos y este, que hablaba siempre con enigmas, le dijo: “Cuidado con la edad de los 73. Nerón regresó a Roma feliz, luego del disfrute de múltiples placeres sensuales propios de su investidura, iba tranquilo pues apenas acababa de cumplir los 30 años.
Mientras en Hispania ( Augusta, ¡queé coincidencia! ) Galba alistaba sus tropas para combatirle. ¿Quién iba a decirlo? Galba a sus 73 años.
Dicho lo anterior, me sumo a la pública y masiva condena en contra del intento de golpe y magnicidio: Alberto Federico: Tú le llegas a tocar un solo pelo al presidente de la República y te juro por la Virgen de Guadalupe que la coñaza el que te la va a dar soy yo. Mira, es que cuando Diosdado llegue a por ti, te va a encontrar tan escoñetao que lo que le vas a dar es lástima.
Que no me entere yo, óyeme bien: que no me entere yo de que tú le tocas un pelo al Presidente, porque te juro que te voy a buscar hasta el infierno si es preciso.
Y si hay algunos pensando en darle un golpe al Presidente para eximirlo de la responsabilidad de su gobierno les digo: ¡Imbéciles, ni se les ocurra! Si tal cosa llegare a suceder les juro por el Dios de mis padres, les juro por ellos, que no dare descanso a mi brazo hasta verles pagando su felonía.
Al Presidente le deseo (como le dijo Leónidas a Elfialtes en Los 300) que viva para siempre, para que pueda contemplar la magnitud de su obra. Que Dios me lo guarde.
Seguramente, en privado y frente al Presidente, Pinochet se mostró como el más solícito de los generales y el más dispuesto a sacrificarse por él. Enseñanza maquiaveélica: un gobernante sensato de nadie desconfía más que de aquel que se muestra excesivamente adulante, sospechosamente incondicional. La jalada, cuando es tan pronunciada, siempre oculta algo: el que es más papista que el Papa, tarde o temprano acabará con el Papa.
Quizá la tarea esencial de quien gobierna es leer adecuadamente las claves que la realidad le muestra. Cuenta Kavafis en un poema que, durante el viaje del emperador Nerón a Grecia, consultó al oráculo de Delfos y este, que hablaba siempre con enigmas, le dijo: “Cuidado con la edad de los 73. Nerón regresó a Roma feliz, luego del disfrute de múltiples placeres sensuales propios de su investidura, iba tranquilo pues apenas acababa de cumplir los 30 años.
Mientras en Hispania ( Augusta, ¡queé coincidencia! ) Galba alistaba sus tropas para combatirle. ¿Quién iba a decirlo? Galba a sus 73 años.
Dicho lo anterior, me sumo a la pública y masiva condena en contra del intento de golpe y magnicidio: Alberto Federico: Tú le llegas a tocar un solo pelo al presidente de la República y te juro por la Virgen de Guadalupe que la coñaza el que te la va a dar soy yo. Mira, es que cuando Diosdado llegue a por ti, te va a encontrar tan escoñetao que lo que le vas a dar es lástima.
Que no me entere yo, óyeme bien: que no me entere yo de que tú le tocas un pelo al Presidente, porque te juro que te voy a buscar hasta el infierno si es preciso.
Y si hay algunos pensando en darle un golpe al Presidente para eximirlo de la responsabilidad de su gobierno les digo: ¡Imbéciles, ni se les ocurra! Si tal cosa llegare a suceder les juro por el Dios de mis padres, les juro por ellos, que no dare descanso a mi brazo hasta verles pagando su felonía.
Al Presidente le deseo (como le dijo Leónidas a Elfialtes en Los 300) que viva para siempre, para que pueda contemplar la magnitud de su obra. Que Dios me lo guarde.
NOTA: agradesco al Sr, presidente que si lee esto y se siente ofendido no me vengan a llevar preso con algun organismo de seguridad , llámeme y pídame retirar este articulo que yo lo hare, pero no me vengan a joder en el helicoide.
gracias
gracias
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