domingo, 21 de noviembre de 2010

Droopy y Timbligí

Hace veinte años llego Droopy, mi memoria la enfoca como una cachorrita pequeña con las características comunes en todos los perros de raza “cacri” y de un color marrón o café oscuro (nunca he sido bueno identificando colores indeterminados), tampoco recuerdo muy bien quien la llevo a la casa de El Valle creo que fue mi padre, dos años después llego Timbligí, la primera vez que la vi estaba echada en la calle en todo el frente de la puerta de la casa, era una cachorra blanca como el algodón y también era de raza indescifrable, eran como las diez de la mañana e iba yo al liceo, al regresar de clases a la seis de la tarde aun seguía allí, por lo que en la noche después de ver “La fauna y El Zorro” (estos eran los programas típicos que mi padre como buen español nos los hacia ver siempre que podía) y de la cena, recogí las sobras y la dividí en dos partes, una porción se la daría a Droopy y la otra a ese “perrito” (aun no le había bautizado) que estaba echado en la calle. A la noche siguiente cayo un torrencial aguacero típico del mes de Junio (digo este mes porque es el que más identifico con las lluvias) por lo que me asome a la ventana de la casa y vi que el perrito seguía allí, había buscado guardarse de la lluvia en el quicio de la puerta por lo que llevado por la lastima le abrí la puerta a escondidas de Aura (mi madre) y lo deje entrar en ese momento sin darme cuenta le había dado ingreso a otro miembro de la familia.
Después del regaño natural, mi madre se acostumbre a ver al par de perros Droopy dormía en la casa y Timbligi (ya había sido bautizado el animal, y nunca me he podido acordar porque le puse ese nombre) dormía conmigo en la azotea de la casa donde yo como joven de once años y ya con aires independentista había tomado posesión de un cuarto donde mi padre guardaba cachivaches y lo había convertido en mi habitación. Si los perros creen en Dios yo debo de haber sido eso para Timbligí era extraordinario ver como ese cachorrito que se había convertido en una versión canina de una oveja se alegraba tanto de verme, aunque después de todo si compartíamos la cama (ya que dormía a mis pies) lo menos que podía hacer era recibirme con alegría todas las tardes, la fiesta duro hasta que año y medio después descubrimos que el Timbligí no era tan “El” sino que era una “Ella”, juro que yo lo había revisado en anteriores ocasiones y siempre le había visto un pipí, por lo que paso de dormir “sobre” la cama a dormir “bajo” de la cama, (el único animal de sexo femenino al que les he permitido compartir mi cama han sido las mujeres, (cualquier otro me dan animadversión) pero sus sentimientos hacia mi no cambiaron Timbligí siguió siempre fiel a su amo.
El tiempo paso y las dos perras seguían allí en la familia, vírgenes (a toda la familia le consta que es así) y odiándose no tanto como mutuamente porque Timbligí era tan de buenos sentimiento que nunca tuvo un gesto de ataque hacia Droopy (debo aclarar que Droopy sintió celos de Timbligí desde el primer momento y por lo tanto siempre que tenia oportunidad intentaba atacarla, tanto así que ni una subía a la azotea ni la otra bajaba a la casa. Con el tiempo me escape dos veces de casa, una vez para Maracay y otra para Ciudad Bolívar, regrese, luego me fui para España y las perras seguían allí en la familia aun vírgenes, odiándose y en el caso de Droopy maniática (no se en que se basaba mi madre cuando la tildaba así.)
Mi padre murió, me case, tuve una hija y las perras seguían allí todavía vírgenes, soportándose y ancianas Droopy estaba gorda, Timbligí estaba también gorda y casi ciega (le había caído una infección en los ojos y no se le había tratado) en las pocas ocasiones que volví a visitar la casa del valle ambas siempre mostraron la misma alegría al verme o al escucharme.
Mi madre alquilo la casa del valle, y los inquilinos, antiguos vecinos de ella aceptaron que ambos animales siguieran viviendo en la azotea, cómodamente instaladas en lo que un día fue mi habitación, mi madre las visitaba casi a diario.
La ultima vez que vi a Droopy y a Timbligí fue cinco años atrás, hace poco me entere que Droopy se murió de vejez, quedo ciega por la edad (¿cuanto serán veinte años humanos en la vida de un perro? (un día de estos se lo preguntare a un veterinario) y Timbligí quedo ciega por la infección ambas seguían gordas, Por ironías de la vida Droopy paso sus últimos años acompañada de su enemiga juvenil, ahora Timbligí se quedo sola, gorda vieja, ciega y sin que yo el cual había sido su amo se dignara de volver a verla, yo que les puedo decir... me he quedado después de todo este tiempo con un matrimonio fracasado, una hija a la que amo y a la que ya no puedo ver como antes y las ganas de volver a ser aunque fuese solo por una hora ese muchacho de once años el cual solo tenia que preocuparse por aprender a dividir, que no le encontraran leyendo el ultimo numero de Kaliman en clase y al cual siempre estaba Timbligí esperando.

Esto fue escrito el 14 de marzo del 2000, hoy 06 de Octubre del 2002 me llamo una amiga de la infancia para indicarme que Timbligí había muerto no me dijo como ni de que, tampoco se lo pregunte solo sentí un sabor a tristeza y a nostalgia quizás fue porque poco a poco lo único que me va quedando de esos momentos bonitos son los recuerdos…

Marh 06-10-2002

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